—Amor —dijo Reth, su voz ronca de emoción—. Mi amor.
Sus orejas se adelantaron y ella lo miró fijamente, luego dio un paso, y luego dos, para presionar su ancha cabeza contra su pecho. Su pecho se expandió con la fuerza de su suspiro mientras él agarraba su cabeza y la acariciaba.
Cuando ambos se separaron, él no le quitó la vista de encima mientras hablaba en voz baja y tranquila a Gahrye. —Voy a correr con ella, llevarla de regreso a la cueva tan rápido como sea capaz —dijo.
Gahrye se movió inquieto detrás de él. —Buena idea.
—Estoy... tan agradecido, Gahrye. Trajiste a mi pareja de vuelta a mí, tal como dijiste que harías. Has cumplido tu voto de sangre. Tienes toda mi gratitud. Cuando las cosas se hayan calmado, discutiremos tu honor.
Gahrye tragó audiblemente. —Realmente ya no me importa el honor, Reth —dijo, su propia voz también ronca de emoción—. Yo… Necesito