—Reth había dormido muy poco. Entre su tensión por los lobos y los próximos pasos que tendrían que dar allí, su emoción por poder ver a Elia en uno o dos días como máximo, para tocarla, olerla y hablar con su hija a través de ella... su cuerpo no descansaba. A pesar de estar exhausto.
No se acostó hasta las primeras horas de la mañana.
Después de la fusión de mentes, nadie parecía saber qué hacer. Pero Reth sabía que lo que necesitaban era algo lo más normal posible. Así, a su petición, los ciudadanos de la Ciudad Árbol habían preparado una comida y la habían llevado al claro para compartirla con los lobos.
Reth se quedó, junto con Behryn y los Consejos, para continuar las conversaciones por la paz.
La tensión definitivamente había disminuido algo en la gente, pero el ambiente todavía se sentía como un cese al fuego precavido, más que como paz.