LERRIN
El murmullo que recibió en respuesta lo sacudió hasta los huesos, viniendo como vino tanto de las voces de quienes lo rodeaban como de las mentes internas.
—Nosotros hacemos
Lerrin inhaló un aliento y de repente estuvo agradecido por las ataduras que mantenían sus manos cerca para que ninguno de ellos viera cómo temblaban. Aquellos a cada lado de él habían tomado sus codos y él estaba agradecido, seguro, de repente, de que si hubieran sostenido sus manos, su corazón podría haberse roto por la pura belleza del momento.
—Síganme en el juramento: Juro ser de una sola mente, traer mi fuerza e inteligencia a la lucha por el bien de mi manada, mi familia, mi tribu y todo Anima. Juro ser de un solo corazón, ver el fracaso de cualquier Anima —lobo, equino, orgullo, serpiente— como el mío propio. Llorar con los que lloran, regocijarme con los que se alegran.