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—Aún sollozando, pero intentando recuperar el aliento, Elia se dijo a sí misma que era estúpido quedarse allí lamentándose cuando podría estar recibiendo algo de su pareja. Así que se secó los ojos y aspiró fuerte, y se empujó a sí misma para sentarse.
—Miró fijamente el paquete de papel en su mano y se obligó a abrirlo.
—Al principio estaba aterrorizada de hacerlo, temerosa de lo que pudo haber perdido o lo que aún podría perder. Pero luego en su mente vio las gruesas manos de Reth, sus dedos trabajando sobre el delicado encaje de esto, su ceño de concentración mientras debía haber intentado atarlo todo y se dio cuenta de que podría haber escrito algo.
—Abrió sus piernas a un lado para que el paquete cayera en la cama entre ellas y con los ojos borrosos, comenzó a desatar el nudo en el cordel de cuero para deshacerlo.