—Lamento que eso haya pasado —murmuró—. Intentaré asegurar que no sea posible en el futuro. Daré una orden a los Guardias de que nadie entre en la tienda cuando yo no esté aquí —dijo—. Por favor, no... no tengas miedo de estar aquí, Suhle. Yo... voy a arreglar esto.
—Lo sé —respiró ella desde justo detrás de él, mucho más cerca de lo que él había esperado.
Él se giró, sorprendido, al encontrarla cara a cara, con los ojos abiertos y fijos en los suyos.
El burbujeo que había comenzado en sus venas en cuanto la vio subió hasta un hervor completo. Calor, anhelo, un deseo de proteger... Todo en él se sentía tan fuertemente atraído hacia ella, y tenía que luchar tan duro para mantenerse lejos, que le asustaba.
¿Qué tenía ella que le atraía tanto? Y claramente no solo a él, sino a cualquier hombre que pasara tiempo en su compañía.
No era solo su belleza—Lerrin raramente la notaba ya. Y ella se ocultaba bajo esa capucha la mayor parte del tiempo cuando había otros presentes...