LERRIN
Una hora más tarde, la rabia estaba a fuego lento en su pecho. Y la frustración también.
Había sido criado en los círculos del poder, asistiendo al consejo de seguridad desde que era poco más que un adolescente como parte del adiestramiento de su padre. Bajo el mando de El Gato, esas reuniones podían ser acaloradas, pero casi siempre eran mesuradas y generalmente muy productivas.
Una reunión de mentes y machos aplicando su inteligencia y fuerza a los problemas. Incluso cuando estaban en desacuerdo, había sido con la intención conjunta de encontrar la mejor solución.
¿Qué faltaba en su consejo de lobos?
La pasión estaba allí. La fuerza. Y el carácter. Estos hombres amaban a sus familias, eran leales a la manada.
Entonces, ¿por qué insistían en gruñirse unos a otros, y a él, a cada momento?