—Una pequeña chispa de enojo se encendió en su pecho, justo al lado de las brasas lentamente moribundas que él acababa de encender dentro de ella. Se impulsó fuera de la mesa y caminó alrededor de ella, hacia él. Pero él la vio venir y se dio la vuelta, caminando más alrededor de la mesa hacia el siguiente montón de libros.
Tuvo una visión repentina de ella misma persiguiéndolo alrededor y alrededor de la mesa, rogándole que la besara, y él gritando que no podía y ella resopló.
Pero Gahrye no estaba dentro de su cabeza y se giró, mirándola con enojo. —Me alegro que esto te parezca gracioso.
—Oh, no lo es, te lo aseguro —dijo ella y puso sus puños en las caderas—. Pero creo que estoy empezando a ver el otro lado de esta cosa protectora que tienes. Si hacemos esto, ¿siempre tomarás decisiones por los dos?
Él frunció el ceño, pero no sostuvo su mirada, solo continuó apilando y reacomodando libros.