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Gahrye
Una hora después, él estaba de pie en el pasillo frente a la suite, susurrando con Kalle. Ella había llegado como se le había pedido y con Elia tranquila, él había salido para hablar con ella. Kalle lo había tironeado hacia la esquina para que no fueran escuchados por alguien que subiera las escaleras y él había ido, a pesar de que debería haber estado en la puerta. No pudo resistirse.
Pero estando aquí, tan cerca... sus ojos, tan amplios tanto por curiosidad como por preocupación... su piel se erizaba y sus manos vibraban con el impulso de alcanzarla. Anhelaba saber si su piel era tan suave como parecía.
Su aroma era perfecto. Especialmente en este mundo que estaba lleno de un hedor tan agudo. Cuando ella sonrió hacia él y preguntó si Elia estaba bien, él podría haberla acogido, tumbado en el suelo y atrayéndola hacia su lado solo para inhalar su cabello durante una hora y estar contento.