—El movimiento en la cueva lo despertó de repente de un sueño en el que había logrado alcanzar a Elia, pero solo brevemente, y había tenido que contarle sobre Candace. Ella se había horrorizado. Él había suplicado que ella entendiera por qué había tenido que dejar su cuerpo, pero Elia había sollozado incontrolablemente, golpeándolo cuando él intentó abrazarla.
—Había estado aterrado —intentando explicarle que su tiempo era corto, que solo podían hablar durante esos pocos minutos. Que por favor, le dejara abrazarla y consolarla mientras podía, pero ella estaba inconsolable.
—Luego un susurro de movimiento cercano lo devolvió a la realidad y al sentarse, parpadeando, el sueño se desvaneció, junto con la emoción en su corazón al verla.
—Se frotó la cara y echó hacia atrás su cabello que se había soltado de la cinta de cuero mientras dormía en la cama de Aymora —ella había insistido en que descansara allí en lugar de en la cama auxiliar.