—Gahrye dejó caer sus bolsas al suelo sobre la hierba suave al lado de la zona de tierra donde había aterrizado. Lo había conseguido.
—Gracias al Creador, lo había conseguido.
—Su rodilla le picaba donde se había cortado, y su corazón latía fuertemente. Pero estaba aquí.
—¿Dónde era aquí?
—Levantándose lentamente hasta su máxima altura, escaneando los alrededores, intentó filtrar la abrumadora mezcla de olores y visiones, pero le costaba.
—Justo a su alrededor había un hermoso terreno natural—hierba, árboles, arbustos, flores. Pero todo estaba colocado de forma extraña. Como si el Creador de repente se hubiera obsesionado con las líneas rectas y la simetría. Le ponía los dientes de canto. Y los olores...