—Mi deslumbrante pareja —susurró, y luego entrelazó sus lenguas, sus manos siguiendo su figura, acariciando y frotando—. Mi magnífica leona.
Podía escuchar su corazón palpitar, sentir su pulso vibrar bajo su piel mientras acariciaba su espalda, y el suyo respondió, su corazón llamando al de ella como ella le llamaba a él.
—Reth, yo… —susurró ella, pero luego se perdió en el beso.
—¿Qué, amor? —preguntó él, besando su camino por su cuello, hasta el lugar donde estaba la bufanda, y luego ronroneó al encontrarla. Dejó que sus dedos danzaran por su columna hasta encontrar el lazo en la parte de atrás, tirando de él para revelar su piel debajo, y el lugar donde él la había marcado. Puso sus labios en él, lo lamió, ronroneó en él, y ella echó la cabeza hacia atrás para darle mejor acceso, su respiración se aceleraba.
—Solo… —dijo ella con voz pequeña, su rostro contraído, mitad con deseo, mitad con dolor—. Solo estoy aterrorizada de perderte… —admitió en un apresurado aliento.