—La tenía sobre la manta y jadeando en poco tiempo, pero aún había una tensión frenética en él que necesitaba ser reasegurada. Tenía que poseerla, pero necesitaba verla mientras lo hacía, para calmar la bestia en él que temía un ataque sigiloso.
Así que mientras la besaba con la lengua, la acariciaba y se movía con ella, se le ocurrió una idea.
Cuando ella comenzó a susurrar su nombre y a arquear sus pechos contra su pecho de tal manera que la bestia dentro de él gruñía pidiendo liberarse, él deslizó su cuerpo hacia abajo, besando su cuello, su clavícula, hasta su pecho y tomando el pico en su boca mientras ella se arqueaba hacia él.