Con su cuerpo boca abajo, estaba pensando en enterrarse en la comodidad de su almohada cuando, de repente, la pusieron boca arriba para enfrentarse al diablo. Sus ojos rojos claramente mostraban sus peligrosas intenciones, parecía listo para devorarla de nuevo. Miró al diablo situado entre sus piernas abiertas y su hombría erecta todavía empapada en su humedad, y por un momento, esa longitud parecía más peligrosa y amenazante que antes.
—Draven…
—Ni siquiera pienses en descansar —advirtió él, percibiendo sus intenciones.
—Estoy cansada
—Pero yo no —gruñó él.