Draven intentó disminuir el ritmo, pero simplemente no pudo, ya que la ira en su interior no se lo permitía. Quería dominarla, marcarla como suya, asegurarse de que este beso borrara todo rastro y posibilidad de que ella recordase otros labios que no fueran los suyos.
Un brazo rodeaba su delicada cintura, su mano en la parte baja de su espalda para presionarla contra él, y con la otra mano agarraba su cabello en la parte posterior de su cabeza, causándole un gemido de dolor, pero ese sonido era ahogado en aquel beso áspero y urgente.
Su cálida boca devoraba la de ella, haciéndola incapaz de respirar. Sus delicados labios eran succionados y mordisqueados ferozmente, causándole perder la razón. Sus manos inevitablemente se aferraban fuertemente a su camisa, incapaces de jalar o empujar, formando arrugas en ella.
La falta de aire la hacía sentir débil, y estaba parada principalmente con el soporte del agarre que él tenía alrededor de su cintura.