—Todo lo que digas es mi mandato, mi querida esposa. ¡Ahora saldré para cumplir tu deseo! —besando una vez más el dorso de sus manos, Rafael se dio la vuelta y se fue, pero Hazel seguía mirando el espacio vacío con ojos atónitos.
—¡¡Argghhh!! ¡¿El hombre acaba de robarle un beso y luego huyó!!! —Quería correr detrás de él y golpearlo por ser tan gamberro, pero sabía que no sería capaz de alcanzar sus pasos. Incluso si lo hiciera, no sería capaz de vencerlo al final.
—¡Gruñona! —¡Que sea! ¡Seré generosa por ahora!
—¡Pero mi señor... Mi señor...! —Hazel soltó una risita al ver a Natalie intentando correr tras el hombre.
—¡Mira, por eso ni siquiera lo intenté! —murmuró con una sonrisa en la cara al ver a Natalie saltando como una rana en el jardín.
Pero entonces sintió como si alguien intentara hacerle un agujero en la espalda. Se dio la vuelta solo para ver a Damien mirándola con ojos extraños.