—¡Es un honor tenerla como nuestra majestad, mi señora! —El hombre se inclinó y besó sus manos.
Hazel miró las escaleras con preocupación, pero no se apresuró en la reunión.
Sabía que era necesario satisfacer a su audiencia. Esto iba a decidir su fuerza en el imperio.
—Me halaga, conde Habildon. Pero me alegra que me haya apoyado. Espero con interés nuestra alianza en el futuro —ella sonrió al hombre que ya estaba en sus 50's.
Los ojos del hombre brillaron y su pecho se hinchó de orgullo mientras asentía con la cabeza.
—¡Estaré esperando ese día! Por ahora, le deseo adiós. Estoy seguro de que tuvo que lidiar con las consecuencias de la decisión —él miró al consejero que observaba a Hazel de vez en cuando y luego inclinó la cabeza cuando Hazel asintió.
Ella parecía un poco exhausta, pero habló con todos personalmente, ya fuera una conversación cálida o amenazante.