—¡Dios mío! ¿En serio? —Emmelyn dejó de desabotonarse el vestido y lanzó una mirada acusadora al hombre.
Justo en ese momento, Marte se retractó de lo que pensaba sobre que Emmelyn lo conocía tan bien.
No obstante, aún amaba a esa mujer.
Demasiado. Jodidamente. Mucho.
—Estaba bromeando... —Marte hizo de inmediato control de daños. Sonrió ampliamente y ayudó a Emmelyn con su vestido—. Aquí, déjame ayudarte...
Sus ágiles manos se habían vuelto tan expertas en despojarla de su ropa. Pronto, ya estaban entrelazados en la cama, besándose y acariciándose mutuamente para prepararse para el plato principal.
La larga noche parecía corta cuando se divertían. De repente ya era pasada la medianoche y tenían que descansar.