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Myrcella miró a Emmelyn detenidamente y, de repente, la comprensión amaneció en ella.
Pudo ver que Emmelyn estaba realmente rodeada por un aura mortal. No lo había notado antes porque era muy débil, pero ahora que Emmelyn se mantenía erguida, Myrcella pudo ver que algo estaba muy mal con ella.
—¿Quién había maldecido a esta mujer? —se preguntaba.
Myrcella sabía que definitivamente no lo había hecho ella... y no creía que su hijo, Alejandro, lo hubiera hecho.
—¿Fue Elise?
—De ninguna manera... esa chica era la persona más amable y dulce que había conocido. Elise preferiría sufrir antes que infligir dolor a otras personas.
Myrcella pensó que Elise nunca lastimaría a nadie, incluso a la mujer que interesaba a su prometido. Era un ángel.
Al ver la confusión en el rostro de Myrcella, Maxim decidió contarle a la reina lo que había oído de su madre. Sabía que este no era el momento de cortesías ya que Emmelyn le había explicado el propósito de su visita.