—Muy bien... Creo que es hora de continuar nuestro viaje —dijo Maxim a Emmelyn—. Castilse aún está a dos semanas de distancia.
—Tienes razón —respondió Emmelyn. Ahora, sabiendo que su suegra podría ser revivida, se sentía muy alegre y aliviada.
Sus pasos se volvieron ligeros y una sonrisa se curvó en su rostro. Emmelyn inclinó ligeramente la cabeza hacia Rafael para mostrar su gratitud y asintió a Margueritte antes de tomar su partida. —Gracias por la cálida bienvenida y por ayudarnos. Realmente lo aprecio.
Margueritte asintió a cambio. —Espero que su viaje a Myreen sea fructífero y los Leoraleis abran su corazón para ayudarles.
Emmelyn sonrió y dijo su agradecimiento con la boca. Dobló cuidadosamente la bufanda de Rafael y la guardó dentro de su abrigo. Este era un artículo tan valioso que siempre tendría cerca de su corazón.
Renwyck también se despidió. Asintió a Rafael y Margueritte.