Williams había estado haciendo todo lo posible para calmar a su madre. Ella había intentado unirse al grupo de búsqueda al igual que Williams lo había intentado, pero Sir Evan los detuvo y pidió a Williams que se hiciera cargo de su madre y de sí mismo ya que aún no se había curado completamente del veneno.
No había querido ceder, pero entonces alguien tenía que cuidar a su madre. Estaba preocupada e incluso con lágrimas, ya que temía que algo malo le hubiera sucedido a Susan.
Afortunadamente, logró convencerla de tomar un té calmante, lo que la hizo dormir. Pero él no se apartó de su lado y solo la observó dormir hasta que hubo un ligero golpe en la puerta y esta se abrió lentamente.
Al mirar hacia la puerta, encontró a Paulina asomando su cabeza y cuando ella lo notó, presionó suavemente la puerta con su cuerpo mientras entraba con una bandeja de aperitivos y té en la mano.
—Mi señor... —la saludó con voz baja mientras sus ojos iban hacia la figura dormida de su madre.