El ataque había llegado de forma abrupta.
El Príncipe Wilder se estaba bañando en el arroyo del bosque, con Ricardo de guardia a lo lejos, cuando sintió que les estaban tendiendo una emboscada. Casi al mismo tiempo, flechas volaban hacia él. Afortunadamente, Ricardo ya lo había presentido y pudo apartarlas rápidamente con su espada. Sin embargo, los hombres salieron de sus escondites, vestidos de negro, con la cara cubierta desde la nariz hacia abajo y también llevando sombreros cortos de paja para ocultar completamente sus identidades.
Vinieron con sus espadas, y por sus movimientos ágiles y comportamientos agresivos, era obvio que solo querían hacer una cosa: matar.
Entretanto, Wilder se vestía con cuidado, ignorando lo que sucedía a su alrededor. Se tomó su tiempo para también ponerse los zapatos y atarse el cabello.