Mientras Alicia se dirigía a su habitación, decidida a averiguar lo que Ámbar había escrito en el diario y darle sentido, un dolor agudo le atravesó la cabeza, haciendo que casi se cayera. Afortunadamente, se apoyó en la pared, retorciéndose de dolor mientras su cabeza comenzaba a latir.
El dolor aumentó y empezó a sentirse mareada, gimiendo de dolor mientras presionaba la palma de su mano contra su frente.
Diferentes recuerdos y voces comenzaron a aparecer en su cabeza mientras recordaba una serie de eventos que habían ocurrido esa noche.
—Ahora, te toca a ti.
—¿Creías que vivirías para siempre?
—El Príncipe Harold no está aquí para salvarte.
—Te traje unas galletas.
Todo sucedió tan rápido hasta que escuchó una voz claramente, desapareciendo las otras voces de su cabeza.
—Mi Princesa, ven conmigo a tomar un poco de agua.