Esa tarde, había un silencio sepulcral en todo el reino. Incluso aquellos lejos del palacio sabían que algo andaba mal. Las puertas se cerraron silenciosamente, y todas las antorchas y velas se apagaron en cada cámara.
El responsable de todo caminaba con gracia en pasos lentos como si no tuviera nada que ver.
Harold llevaba puesta una larga capa negra cuya capucha cubría su cabeza hasta el centro. Tenía sangre por todo su cuerpo y algo también en su rostro, que coincidía con el color de sus ojos que aún estaban por cambiar.