—¿Qué? Su sorpresa era evidente cuando él le hizo la inesperada pregunta, si es que realmente era una pregunta. No podía entender por qué él la abordaría con tal proposición. ¿Le estaba jugando una broma? Después de todo, su matrimonio ya estaba planeado.
—Me escuchaste, fírmalo —ordenó, manteniendo su mirada firme mientras esperaba su firma.
—¿Por qué aceptaría ser tu criadora otra vez? —preguntó ella, su mente llena de dudas. La perspectiva de convertirse en criadora significaba que él quería que ella tuviera su hijo, algo de lo que no estaba segura de querer.
Además, la noticia de su matrimonio arreglado ya se había esparcido por toda la manada. ¿Cómo podría cumplir el rol de criadora cuando él estaba a punto de casarse?
—Obviamente, para producir un heredero para mí —replicó él, caminando hacia la ventana y dejándola contemplar sus pensamientos.
—Pero te casarás pronto. ¿Qué función cumpliría mi hijo? —ella intentó entender sus intenciones en ese momento.