—Te daré tu castigo personalmente.
Esas palabras fueron suficientes para provocar preocupación en Julie, la cual comenzó a ramificarse bajo su piel. Pero había un destello de anticipación, al pensar que limpiar la ventana con su carta había hecho que se decidiera a mostrarse ante ella.
Por un lado, estaba ansiosa por conocer a quién era este misterioso ladrón de cartas, pero al mismo tiempo, se preguntaba cuánto más profundo iba a caer en la madriguera del conejo. Acercó su libro para colocarlo sobre su regazo y le escribió de vuelta:
—No tenía intención de usar tu carta como limpiaparabrisas. Si no hubiera sido por ese consejero que me pilló allí parada, no la habría ensuciado. Créeme >.< Solo esperaba desviar su atención hacia otra cosa, pero no tuve éxito.
—No me molesta la parte de encontrarte, pero no creo estar lista para romper más reglas este año. Si me viste cuando me atraparon, ¿por qué no saltaste a salvar tu carta?