No muy lejos de la universidad de Veteris, Román se apoyó contra un árbol en medio del bosque. Un pie lo tenía apoyado plano en la corteza del árbol y había cruzado los brazos, mientras observaba a Donovan, que estaba frente a la lápida.
El enojo que tenía hacia Donovan por haber dejado atrás a su madre no había desaparecido por completo, pero ahora que entendía por qué lo hizo, el dolor había disminuido. El anciano le había estado insistiendo durante días para que le dijera dónde estaba la tumba de su madre, ya que no la había encontrado cerca del cementerio del pueblo en ruinas en el que ya nadie vivía.
Sus ojos se volvieron hacia su lado derecho, donde una luciérnaga volaba cerca de él. Levantó la mano y, después de unos segundos, la luciérnaga se posó en su palma. Brillaba y se apagaba antes de iluminarse de nuevo. Sus pensamientos se desviaron a cuando su madre todavía respiraba.