Los ojos de Donovan se estrecharon sutílmente mientras aún destellaban. Román lo miró de vuelta al Vampiro Anciano con una mirada de indiferencia, pero Donovan conocía bien a Román. Era la mirada asesina en sus ojos mientras ardían de ira.
—¿Qué quieres saber? —preguntó Román, con los ojos ligeramente cautelosos, y Donovan comenzó a contar...
—¿Qué tal si me dices si sabes por qué el armario de la chica olía muy similar a cómo huele esta pluma? —preguntó el Anciano Donovan, con sus ojos rojos mirando atentamente a Julie, quien parecía estar profundamente dormida. Su ritmo cardíaco era tranquilo y pacífico.
La pluma en la mano de Donovan rápidamente se convirtió en una nube de humo que se dispersó en el aire donde él estaba sentado. La habilidad de Román no era la misma que su creador, pero se le acercaba ya que había derivado de él. Donde Donovan podía convertir cosas en humo, Román podía quemarlas en su lugar.