Julie observaba al vampiro y a la vampiresa, quienes yacían en el suelo. Todavía estaban vivos y tosiendo sangre de sus bocas, como un pez que había sido sacado del agua y luchaba por respirar.
La vista de lo sucedido hacía unos segundos antes de que el chico sirviente empujara la puerta de la habitación la había sacudido. Un minuto, había visto la luz azul pálida y blanca que los rodeaba, similar a los fragmentos que habían aparecido antes con el Corvin, y al siguiente segundo, las criaturas chupasangres habían sido lanzadas lejos de ella. Se sentía como si toda la energía de su cuerpo hubiera sido drenada. Incapaz de sostenerse por más tiempo, sus rodillas cedieron y lentamente se deslizó por la pared antes de sentarse.