—Yo... yo no sé —salió su voz susurrada. ¿Cómo iba a saber cuál era la correcta para elegir? Cerrando los ojos, inhalando suavemente, exhaló para decir:
— Tú puedes elegir lo que consideres correcto.
Después de que ella dijera eso, Penny, que anteriormente no había estado mirándolo, levantó la vista para verlo continuar mirándola fijamente. Había algo en su expresión que ella intentó comprender, como una pequeña sorpresa ante sus palabras que fue un mero destello que vino como un parpadeo para desaparecer con rapidez.
—¿Por qué me miras así? —preguntó Penny, queriendo saber qué palabras suyas causaron la expresión actual en su rostro.
—¿Sabes lo que acabas de hacer? —le preguntó él. Ella no sabía:
— De repente te volviste obediente y le estás devolviendo la misma libertad por la que me pediste hace unos segundos que la vuelva a poner en mis manos cuando yo tan benevolente te di las opciones —pero ¿le había dado su maestro la opción de no elegir lo que él le había presentado?