—Penélope estaba aliviada de que Damien interviniera en la conversación que apenas había comenzado con el hombre con quien nunca había hablado ni visto hasta ahora. No era que Damien fuera un buen vampiro a sus ojos. Hasta ahora todos los vampiros tenían su propio lado, donde mucho podría considerarse complejo o nada menos que pomposo. Damien la había hecho subir al árbol para conseguir la fruta que quería comer mientras que él podría haberla alcanzado por su mera fuerza. El vampiro de sangre pura estaba loco por hacerla subir al árbol. Y aun con sus travesuras, Damien parecía ser menos dominante que el hombre que estaba junto a ella.
—Buenas noches, joven maestro Damien —el hombre inclinó su cabeza. Su cabello rubio que había estado descansando en su frente se movió alejándose de ella mientras doblaba su cabeza, para luego regresar a su posición inicial cuando levantó la cabeza para encontrarse con los ojos de Damien.