—Nada en absoluto. Dudas mucho de mí —se rió—. Deberías tener algo de fe en mí —dijo con los ojos brillando de diversión. ¿Cómo podría hacerlo si la miraba como si hubiera planeado asesinarla y deshacerse de ella en su camino al teatro?
Penny se tomó el tiempo otra vez para disculparse. Inclinó la cabeza esta vez, lo que le valió una expresión curiosa por parte de Damien —Lo siento por el tubo de vidrio. Seré más cuidadosa la próxima vez y no tocaré nada aquí.
—Me alegra escucharlo. Si acabaras rompiendo cosas, especialmente si pertenecen al consejo. Tanto tú como yo seríamos interrogados antes de que el consejo decida castigarte de manera que no querrías imaginar —él respondió de vuelta calmadamente.
Penny solo había oído hablar del consejo como la ley que se había impuesto al público, pero nunca había llegado a oír detalles, lo que despertó su curiosidad.