Para cuando Damien regresó a la mansión, eran pasadas las dos de la madrugada, pero eso no impidió que su mayordomo le entregara una carta que había llegado cerca de la medianoche. Abrió la carta, leyó lo que estaba escrito y se dirigió a su habitación para cerrar la puerta, y en ese mismo momento, desapareció de la Mansión Quinn para dirigirse a la casa del Lord Bonelake.
Llamó a la puerta, el metal golpeó fuertemente la madera antes de que la soltara. A tiempo escuchó los pasos que llegaban desde el otro lado de la puerta que fue abierta por el mayordomo.
—Señor Quinn, el Señor Nicolás lo ha estado esperando.
—Por supuesto que lo estaba —murmuró Damien—. ¿Dónde está la chica? La de cabello rubio —su reunión con el Señor Nicolás podía esperar ya que tenía otras cosas que atender, la única y principal cosa que era verificar si Penny estaba bien.