La habitación quedó en silencio. Lady Fleurance y Grace tenían la boca abierta antes de que se torciera hacia la pregunta de cómo un vampiro promedio podría pedir la mano de una vampira de sangre pura. Maggie había girado la cabeza como si el aire le hubiera sido expulsado del cuerpo. Parpadeó mirando a Jerome.
Como Gerald aún no había dicho una palabra, contemplando la situación, Lady Fleurance comenzó:
—¿Crees que un vampiro de baja estirpe como tú terminará con una vampira de sangre pura? —y cuando la mujer acababa de terminar sus palabras, Gerald dijo:
—Está bien. Tienes mi permiso. —y la habitación se volvió aún más silenciosa que antes.
Penny, que estaba sentada allí viendo cómo se desarrollaba todo, no podía decir cuánto respeto sentía por el padre de Damien en este momento. No solo había sobrevivido todos estos años con una mujer como Lady Fleurance, sino que había decidido darle una oportunidad a Jerome. Un hombre que no tenía un estatus social igual al de los Quinn.
