La señora Artemis sonrió al oír las palabras de Caitlin, levantando su mano para murmurar algo en el aire. Al principio, no pasó nada y la habitación estaba quieta y silenciosa excepto por el señor Artemis, quien procedía con el ritual para que la masacre ocurriese completamente en los dos pueblos que estaban bajo sus hechizos.
Alejandro miraba a la mujer mientras los otros dos miraban alrededor de la habitación, preparándose para lo que estaba a punto de llegar, lo cual nunca ocurrió antes de que un par de pasos se escucharan desde abajo.
—Los esqueletos del sótano —dijo Alejandro, mientras escuchaba muchos más pasos provenientes de abajo que ahora se dirigían hacia donde ellos estaban.