¿Quién iba a saber que la poción de escupitajo aún existía? Él y los demás estaban seguros de haber quemado la tierra cerca de las montañas, pero aquí esta bruja negra le había inyectado la poción, la cual creían ya no era una preocupación.
Sus ojos empezaron a oscurecerse antes de que su visión regresara de nuevo.
—Si no me equivoco, puedo decirte que tu corazón está latiendo tan fuerte que sientes como si pudiera estallar en cualquier momento, ¿verdad? Te estás tambaleando con un dolor de cabeza y pronto perderás la visión de lo que está bien y lo que está mal —Isaías lo miró con una expresión aburrida, esperando que Damien se desmayara para siempre—. Me alegra que hayas traído a Penélope aquí. Aunque no entiendo por qué no me trajiste contigo, ¿fue para impedirme participar en esta pequeña salida nocturna?
—¿Por qué estás ayudando a Artemis? —Damien le preguntó, tosiendo mientras le salía sangre de la boca.
