Reclinándose, cruzó sus brazos para sentarse sin decir otra palabra. No quería arruinar el ánimo de ir al teatro. Evelyn sabía que Damien solo la estaba poniendo a prueba. Era su costumbre probar a las personas y fastidiarlas hasta que él tomara puro disfrute de ello. Ella le permitió provocarla tanto como él quisiera, pero no iba a bajarse de la carroza sin él.
Era mediodía ahora y, para cuando llegaron con la carroza detenida, Evelyn miró hacia afuera al lugar donde se había parado,
—¿Hay un nuevo teatro aquí? —no estaba al tanto de uno aquí y por qué parecía que los edificios aquí eran pequeños y no lo suficientemente grandes para lo que estaba acostumbrada a ver cuando estaba vestida de la manera en que estaba ahora.
—Esto, milady, es un teatro antiguo —respondió Damien.