Cuando tanto Damien como Penny se dirigieron al comedor, el Señor Alexander ya había tomado asiento y parecía que los otros dos vampiros apenas se acomodaban en los suyos. Tomando asiento junto a Damien como lo hacía naturalmente, ella tomó la servilleta para colocarla en su regazo.
—La noche estuvo más fría de lo habitual, ¿no es así? —preguntó Elliot frotándose las manos como si aún pudiera sentir el frío mordiendo su piel.
—¿Qué hacías afuera de la mansión caminando como un fantasma? —preguntó Sylvia, sacudiendo la cabeza como si quisiera preguntarle quién le había pedido que saliera de la mansión cuando la noche se había vuelto cada vez más fría.
—¿Qué puedo decir, noches solitarias del vampiro que camina en el jardín? —el tono de Elliot salió dramático. Le dio una mirada a la mujer a su lado quien se comportó como si no lo hubiera escuchado. Luego, Elliot se giró para preguntar a Penny: