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En algún lugar en lo profundo de su corazón, Penny deseaba haber conocido a la difunta señora. Lo que Penny no sabía era que el tiempo le había permitido conocer a la señora, cruzándose sin saber quién era la mujer, pero la mujer que había pasado junto a ella uno de esos días en la iglesia era precisamente la persona a quien ahora deseaba encontrar.
Al pensar que ella vivió aquí y que Alejandro era su hijo, no pudo detener el genuino respeto que sentía ahora. La mujer había sido considerada y como muchos otros quería una vida de paz, pero las brujas negras habían llegado a ella. El Señor Alexander sabía de ello, pero el hombre era un señor de toda la tierra del Oeste y tenía que actuar como tal sin demostrar su ira por lo que le había sucedido a su madre.