La mujer de la tienda miró a Damien, sin creer que había detallado un camisón, un detalle tras otro, como si ya hubiera tomado una decisión sobre lo que quería que su dama usara por la noche —Debemos tener uno así. Por favor, pónganse cómodos, volveré en un momento —la mujer salió corriendo, sus tacones haciendo clic en el suelo.
Damien había esperado que Penny se sintiera avergonzada, preparado para escuchar eso de ella, lo cual hizo, pero no fue lo que había esperado,
—Tanto detalle, Maestro Damien. ¿Cuántas noches has pasado con otras mujeres que puedes iterar cada detalle de lo que quieres? —sus ojos lo miraron y luego ella apartó la cara.
Queriendo probar más, Damien no se molestó en aclarar lo que ella había escuchado antes y más bien se divirtió con los celos que ella sentía —¿Qué huelo aquí? Debe ser la envidia verde —se burló y la provocó para verla no volver a mirarlo.
—No estoy celosa —respondió ella, frunciendo el ceño.
