Su madre solo sonrió antes de hablar—Has empezado a recordar —aceptó el hecho de que sí le había borrado la memoria—. Estás siendo una niña desobediente otra vez. Te comportabas tan bien, escuchando cada palabra que decía sin cuestionar con ningún porqué pero había momentos —la bruja negra hizo una pausa, sus pasos comenzaron a moverse donde Penny solo se alejaba más—. Sabes, el hechizo en la mente se suponía que duraría para siempre, pero tu curiosa y pequeña mente seguía volviendo —sus ojos se estrecharon no gustándole.
—Así que lo borraste todo de nuevo —Penny tragó aire cuando sus ojos captaron un atado de palos en la mano de su madre. No era cualquier atado de palos sino una muñeca vudú que había sido hecha para ella.
—Tuve que hacerlo. Podías ser muy grosera, se supone que una niña debe escuchar a sus padres pero tú siempre, siempre tenías que rebelarte —su madre enfatizó la palabra 'siempre—. Solo estaba enseñándote a ser buena, Penny. No culpes a mamá por ello.