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—¿Podemos ir a la habitación del calabozo? —preguntó Penny al brujo blanco.
Sus inteligentes ojos mirándola, él asintió con la cabeza, —Dame un momento. Dejé las puertas abiertas, creo que olvidé cerrarlas —dijo con una sonrisa ya que Damien y Penny pudieron entrar en la iglesia.
El hombre levantó su mano frente a él y en el aire, murmuró algo bajo su aliento. Un idioma que hablaban las brujas blancas, pronunció las palabras antes de que un gris como humo apareciera en la palma de su mano. El humo se movía dentro de sí mismo como una nube en el momento más oscuro del clima antes de que empezara a llover sobre las tierras. Tras unas palabras más, envió el humo hacia la entrada de la iglesia. El humo se empezó a expandir, moviéndose en diferentes direcciones hasta que se estiró completamente de una esquina a otra de las puertas que estaban abiertas.