En la mansión Quinn, la noche era más fría y pinchaba en la piel. Si no fuera por el calor que emanaba de la chimenea, uno se congelaría y se convertiría en un trozo de hielo.
Damien, que tenía los ojos cerrados, de repente los abrió al olor de la sal. Sus ojos se movieron para encontrar a Penny, quien tenía los ojos cerrados pero las lágrimas le caían por las mejillas. Su primer pensamiento fue que se había despertado de su sueño y que algo había sucedido, pero al escuchar su corazón se dio cuenta de que aún estaba dormida y que estaba llorando en su sueño.
Llevando su mano a su rostro, la colocó en su mejilla y ella abrió los ojos con lágrimas que se filtraban en la funda de la almohada. Tomó una respiración profunda, como una persona que había sido devuelta a la vida.