Había estado andando de puntillas durante un tiempo con lo que sentía por estar cerca de Damien antes de darse cuenta de sus crecientes sentimientos por él.
Él había hecho muchas cosas por ella. Un techo sobre su cabeza, comida que no hubiera comido si no lo hubiera conocido. Un lugar donde la gente la aceptaba por quien era y él también, pero eso no era todo. Damien Quinn era un hombre atractivo y parecía que tenía derecho a ser narcisista. Sus ojos habían estado siguiéndolo durante demasiado tiempo con cada día que pasaba, donde ella lo miraba furtivamente antes de apartar la mirada y comportarse como si tuviera otras cosas que hacer. Hubo momentos en los que su presencia cerca de ella llenaría su pecho y ella nunca había sentido algo así antes. Sus dedos se curvaban mientras pensaba en ello.
—Puedo esperar —respondió Damien a sus palabras—. O... puedo ayudarte con eso —le ofreció su ayuda si la necesitaba.
—Um, puedo hacerlo yo —le respondió ella.