La verdad es que ahora, con la fase y el escenario en los que habían cruzado y entrado, no le importaba hacerlo. Secretamente había una parte de ella que no le importaba y en realidad disfrutaba estos momentos que no le diría en voz alta. El hombre ya tenía cuernos de Satán en la cabeza. Si pudiera admitirlo, él tendría alas a continuación con una sonrisa en su rostro.
—Me dolerá la espalda si te recuestas así —dijo ella, colocando su mano en su hombro lo atrajo para que se sentara derecho. Él ajustó su posición para preguntar,
—¿Mejor?
—Mucho mejor —al verlo sonreír, Penny le devolvió la sonrisa. ¿Ves? De eso estaba hablando Penny. Damien tenía sus momentos en que podía ser el diablo o un ángel, alternando de un lado a otro que podría causar dolor de cabeza, pero entonces él no mostraba ese lado angelical a la gente —¿Estás bien? —le preguntó, su sonrisa aliviando sus nervios errantes.