Ella no podía creer que el Rey quisiera probar si era capaz de partir el tronco de madera frente a todos. Había más de diez personas en la sala del tribunal, y podía sentir la mirada de los hombres que la despreciaban por ser mujer. Los hombres no pudieron evitar reírse de que el Rey estuviera complaciendo a una chica del pueblo que ni siquiera tenía estatus ni apariencia. Parecía que la chica no entendía su lugar, pero Madeline se mantuvo mirando al Rey a los ojos.
—Parece una chica patética que ni siquiera sabe que no debe mirar al Rey a los ojos y hablar —dijo un hombre a su derecha, y fue entonces cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y rápidamente desvió la mirada de él. Al venir de una familia humilde, una persona como ella no tenía el derecho de desafiarlo, pero parecía que él había tomado el desafío, solo para desafiarla a ella a cambio.
—Creo que es la primera vez que está en el castillo y que se encuentra con el Rey, por eso muestra tal valentía, sin saber cómo respetar —dijo otro.
—La gente de los pueblos no sabe nada y son unos palurdos que solo saben cómo cuidar de la casa y calentar la cama —otros hombres al escuchar esto empezaron a reírse junto con él.
—Tienes razón, Benito. Su discurso debería ser directo al Rey, ¿dónde está el respeto? —preguntó el primer hombre que había iniciado la conversación—. Mi Rey —se giró para mirar a Calhoun, haciendo una reverencia con la cabeza para decir—, Debemos tener más interacción con los aldeanos.
Calhoun sonrió, sus ojos aún sobre Madeline, quien notó cómo se aferraba a su falda preocupada y ansiosa al estar en un lugar nuevo. Cuando el tronco fue llevado a la habitación, Madeline pudo sentir las palmas de sus manos, volviéndose sudorosas de los nervios.
Ella había sido valiente, y había fanfarroneado, lo que ahora resultaba en que dos troncos de madera fueran traídos al tribunal y un hacha que era llevada por otro sirviente. Estaba bien, se dijo Madeline a sí misma. No era nada complicado. Lo había hecho dos o tres veces por diversión; todo lo que necesitaba era ejercer suficiente presión y fuerza para partir el tronco de madera.
Un sirviente colocó un tronco completo de un árbol en el suelo y sobre él puso el tronco de madera. El sirviente que llevaba el hacha no lo dejó caer, sino que se quedó esperando a que Madeline lo tomara en su mano.
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Calhoun, que estaba escuchando y disfrutando de las palabras dichas en la habitación, dijo —Me gustaría ver cuán hábil es la hija de alguien que trabaja con madera. Por favor —dijo a Madeline con una sonrisa.
Exhalando el aire, se giró y fue hacia el sirviente que llevaba el hacha. Tomándola, sus pies se movieron con cuidado hacia el tronco que estaba colocado verticalmente, listo para ser cortado a la mitad. Algunos susurros y murmullos recorrieron la habitación, que le llegaron a los oídos mientras se preparaba,
—Esto le enseñará a no volver a hablarle así al Rey.
—Es por eso que dicen, las chicas solo son buenas para alzar sus faldas —Esto vino del mismo hombre que habló de calentar la cama—. Probablemente debería llevarla a mi habitación para enseñarle una o dos cosas.
Todos en la habitación la miraron burlonamente, listos para regodearse en su diversión.
Madeline podía decir que la mayoría de los hombres en la corte no eran más que escoria vil que no sabían cómo comportarse y que en cambio le apuntaban a ella que no sabía cómo respetar. Pero ella no estaba en posición de hablar, ya atrapada aquí, no quería llamar más atención de la que ya había captado.
Apretando las manos con fuerza alrededor del mango del hacha, levantó la mano, sintiendo su mirada sobre ella antes de moverla hacia abajo para que el hacha se atascara en el lado de la madera. Un pequeño suspiro de alivio escapó de su boca, aliviada de no haber golpeado el aire y de que la hoja hubiera atravesado la madera.
Cuando sus ojos se encontraron con los de Calhoun, él no hizo comentarios y solo continuó mirando el tronco de madera antes de decir —Benito, ¿por qué no intentas cortar el siguiente tú?
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El hombre llamado Benito inclinó la cabeza hacia Calhoun antes de ir a tomar el hacha de Madeline con una sonrisa. Cuando se reemplazó la madera, Benito levantó las manos para golpear la madera con el hacha en dos mitades perfectas. La gente alrededor aplaudió al hombre que pudo cortar la madera sin sudar.
—¡Excelente! Nada menos de lo que se espera de Benito —elogió uno de los hombres en la habitación.
—Tiene la mejor puntería, no es de extrañar que maneje los asuntos en la captura de bandidos —dijo otro.
Benito disfrutó de los elogios y luego dio dos pasos hacia Madeline. —Una mujer debe saber cuál es su lugar. Hablando de cortar troncos cuando apenas puedes cortar una pieza completa —se burló—. Mi cuarto no está tan lejos, siempre puedes encontrarme —la miró a los labios, sonriéndole.
Calhoun, que vio a Benito acercarse a Madeline y hablarle, se levantó, aplaudiendo con las manos lo que hizo que Benito retrocediera con orgullo de haber podido cortar el tronco. —Bravo por los que participaron —luego bajó, descendiendo de la plataforma elevada—. Hacía tiempo que no usaba el hacha yo mismo.
Los hombres se apartaron, dándole paso para caminar cuando se detuvo para mirar los pedazos de madera quebrados que yacían en el suelo. Calhoun levantó la mano y Benito, que sostenía el hacha, se la dio sin saber qué mal augurio había llamado a su puerta después de hablar con la chica.
—Milord, nos hemos quedado sin troncos—dijo un hombre inclinando la cabeza. Solo se habían llevado dos troncos a la corte.
—No será necesario —comentó Calhoun, acercando el hacha para mirarla cuidadosamente, hizo rodar el mango en su mano con una sonrisa en su rostro—. Benito —llamó el Rey y el hombre se puso rápido en atención.
—¡Sí, mi Rey! —contestó listo para ser recompensado hasta que escuchó a Calhoun decir:
—Coloca un lado de tu rostro sobre la superficie del tronco.
—¿Milord? —Benito se sorprendió con la petición del Rey—. Pero...
Calhoun suspiró, su mirada pasando del hacha al hombre. —No me gusta que me hagan esperar —la sonrisa en su rostro desapareció, y cuando la gente en la habitación notó esto, sus rostros sonrientes se desvanecieron en un abrir y cerrar de ojos. Ninguna palabra salió de nadie y el silencio llenó la sala de corte.
Benito realmente no sabía qué había pasado en un minuto. ¿No estaba contento el Rey con la forma en que había cortado la madera? No le importaría hacerlo todo de nuevo. Al ver al hombre esperar, Benito tragó renuentemente y se puso de rodillas.
El hombre era una criatura de la noche que ahora lentamente colocó su cabeza sobre la superficie cortada del tronco del árbol. Sus ojos estaban abiertos de par en par, su sangre corría mientras el Rey sostenía el hacha y tomaba su posición. Todos, incluyendo a Madeline, los miraron conteniendo la respiración de lo que estaba pasando.
Luego, Calhoun movió su mano para golpear el borde del tronco del árbol, cortando el cabello de la parte trasera de Benito, que yacía allí inmóvil. La atmósfera juguetona de la corte, que estaba antes, se había ido.
Benito dejó escapar un suspiro interno, pero fue breve ya que el brillo en los ojos de Calhoun cambió a algo malévolo, y levantó la mano junto con el hacha antes de bajarla justo en el cuello del hombre. La cabeza rodó por el suelo, la sangre salpicó por todas partes, dejando a todos atónitos y conmocionados.
La sangre salpicó la ropa y el rostro de Calhoun. Lanzó el hacha que resonó en el suelo, antes de volver a subir a la plataforma y girarse para mirar a la gente.
—Hablenle con ese tono una vez más, y recibirán el mismo destino. Ni se tocará ni se hablará a Madeline —advirtió Calhoun para que todos le hicieran una reverencia de inmediato—. Ahora, si eso está claro saquen la cabeza y el cuerpo de este tribunal. Se ve horrendo incluso después de la muerte.