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Había habido muchos cambios desde su regreso y eso le daba una sensación ominosa. Todo había estado ocurriendo según su plan, pero ella sabía —algo dentro de ella lo sabía— que algo ominoso se avecinaba.
—¿Qué sería?
Rosalind pensaba en todo mientras volvía a acostarse en la cama. Mirando fijamente el techo, recordó todo lo que había sucedido desde que se despertó y trató de ver si había algún cabo suelto que pudiera volver para morderla por la espalda cuando no estuviera consciente de ello.
Tristemente, ya no podía predecir qué iba a suceder dentro de la Familia Lux ya que ya había realizado algunos cambios por su propio futuro.
Se mordió el labio inferior y solo podía pensar en una cosa.
Victoria y su hija.
Ahora mismo, Victoria era la única que conocía su secreto, pero Rosalind confiaba en que la mujer nunca revelaría la verdad por su propio bien. Sin embargo, podría hacer algo más como... trabajar con un hechicero para deshacerse de ella.