—El Norte tiene su propio conjunto de costumbres que seguimos —explicó el Duque mientras cruzaba las piernas y sonreía a Federico—. Actuaba como si estuviera disfrutando de la tensa atmósfera actual en el salón. De hecho, el Duque y Rosalind eran los únicos que parecían estar disfrutando del banquete.
—Practicamos únicamente la monogamia y un matrimonio es grande y armonioso. Una amante de cualquier tipo está estrictamente prohibida y es punible por ley. Aparte de eso, no hay otras cosas que la novia necesite cumplir. Mientras la novia esté viva y bien, procederemos con la boda —el Duque sonrió a Rosalind y, en respuesta, ella le devolvió la sonrisa—. Los dos estaban sentados uno frente al otro.
—¿Cómo saliste? —Dorothy susurró a su lado. Tiró del brazo de Rosalind con fuerza.
—Hermana... no tengo idea de qué estás hablando.
—¡Deja de decir tonterías y respóndeme! —Dorothy dijo, apretando sus dientes para evitar gritar—. ¿Qué les hiciste?