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La cara de Magda se fruncía con preocupación mientras le servía a Rosalind una taza de té humeante. —Esa es una mujer muy extraña —comentó, con sus ojos recorriendo la habitación con sospecha—. ¿Por qué vendría aquí solo para hacer esa pregunta cuando ya había preguntado a la Reina? Conociendo los sentimientos actuales de su majestad hacia esa mujer, podría intentar manipular a la Reina para emitir un decreto que permita al Duque acompañar a Lady Dorothy.
Rosalind tomó un sorbo pensativo de su té, su mente revoloteando con posibilidades. —Tienes razón, Magda —dijo Rosalind, sus ojos brillando con intriga—. Pero no creo que el objetivo de Dorothy sea hacer que el Duque la acompañe.
Magda arqueó una ceja, deseosa de saber más. —Entonces, ¿qué es? ¿Está intentando poner a la Reina en contra de la finca?