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En la vida pasada de Rosalind, sus experiencias estaban confinadas dentro de las fronteras de su propio Imperio, Aster. No era por falta de deseo de su parte por explorar otros reinos; más bien, era el estado caótico del mundo lo que impedía su ansia de aventura.
La ascensión de la Emperatriz Dorothy fue seguida rápidamente por la erupción de una devastadora guerra, la cual arrojó una sombra sobre las tierras. Antes de eso, el Imperio enfrentaba una marea implacable de peligrosas bestias, y aún antes de eso, una plaga había causado estragos.
Dado el tumultuoso estado de las cosas, el Emperador, cauteloso ante los peligros potenciales, tomó grandes precauciones para proteger a su Emperatriz. Como la dama de compañía de confianza de Dorothy, Rosalind estaba constantemente al lado de su hermana, su vínculo inquebrantable en medio de las pruebas que asolaban el Imperio. Mientras Rosalind anhelaba aventurarse más allá de sus fronteras, las circunstancias dictaban lo contrario.