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—Habían sido varios días tensos y ansiosos desde que los imponentes portones de la gran hacienda fueron sellados —comentó uno de los sirvientes con un tono bajo y preocupado.
—Los rumores se extendieron como fuego entre los habitantes de la región norte, alimentando un sentido de miedo e incertidumbre —agregó otro, asintiendo con la cabeza en señal de acuerdo.
—Algunos especulaban que el cierre era un signo presagioso de un inminente desastre —dijo una mujer mayor con una voz temblorosa—, mientras unos pocos selectos, al tanto de información clandestina, sospechaban de un motivo diferente por completo: las preparaciones ocultas del Duque para asegurar un heredero.
—El Rey, inflexible y firme, se negó a revelar la verdad detrás de las puertas selladas —explicó un comerciante que había escuchado rumores en el mercado—. En lugar de eso, ofreció vagas seguridades, afirmando que todo estaba bien dentro de los muros de la hacienda.